A vosotras, moscas morbosas
y sanguinarios mosquitos,
os pido
el cese del continuo ronroneo:
cosquilleos psicodélicos
y punzamientos vampirescos
calientan mi ira y os advierto,
de que la maestría en el manejo
de mis manos, de reflejos diamantescos
y fuerza supremos,
me convierten en un riesgo.
La calma no es peligrosa,
podéis probarla.
O, si no, machacaré todos tus huesos
y el gustoso vuelo caminará exhausto.
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