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31.7.11

Comunicación

Cada verbo,
cada adjetivo,
cada significado,
cada código cifrado
hablado,
suena cromado,
denso o suelto,
como un cabello
púbico tuyo.

Cada palabra
salta por la ventana,
cual águila rapaz
con cada bocanada
de aire, exhalada.

Con precisión,
la comunicación
fluye de alma en alma,
sonrojándolas.

Eléctricas,
de fonética
transparente
y sabrosas,
son las miradas,
que son palabros
espirituales.

¿Te rasco
la espalda?
Mis caricias
no son profesionales,
pero sé captar
la conversación
de tus gestos,
y voy acorde
a tus gustos
sexuales;

sé que lo sabes:
me lo dices.
Viajes extra-espaciales
bajo la oscuridad
del párpado morado,
son tus susurros.

Desagradables,
los maleducados
como yo,

por gritarte
al verte,
¿no?
O es que
no te lo mereces.

Algunos sentimientos
son difíciles,
aunque compro
cada vez más lápices
al mes.

No sé qué me pasa.
La fobia que tengo
al papel vacío
me despista
y necesito tenerlo
todo escrito,

pero me dan vergüenza
algunos pensamientos
dentro de la cabeza:
si me amarro largo
puede estallar el piso,
pero yo saldría ileso.

La enrrebesadiduría humana
me suda los huevos.
Vengo dosificado
en frascos pequeños,
aun siendo infinito.

Encontrar un final
para este cerebro
no es difícil reto.

Las tías

Sentado en la cama,
esperando tu ombligo,
se generó en mi cabeza
una buena ocurrencia:

¿Por qué no ir de cervezas
con todos los amigos
en este día, que chorrea
sol, brisa, bienestar,
que aunque no haga tiempo
desde la última vez
que lo hacemos,
hoy mi intuición
de que será un gran día
es más intensa que nunca?


¡Y una mierda!
Tras caminar, a ver si pican,
nos fumamos dos petardos,
y pa casita.

Nostálgica gallola,
otro día más
en la ciudad
de mugre mugrienta
y mierda en las cabezas
de todas las personas,

yo busco a los listos
que piensan
antes de hablar
y oyen lo que dices.

Si quiero que
alguien no me escuche
por un rato,
busco faldas por la calle
y me las follo
como si fuera un puto mono.

¡Y una mierda!
Otro día más
en esta cloaca
de cucarachas
y sabandijas.

Se enciende la bombilla,
eureka,
compraré feromonas
en la farmacia
y llenaré la bañera,
y me bañaré en ella,
y divisaré el agua,
y jugaré con la espuma,
y pensaré un rato,
y me pondré con la plancha,
aunque si se moja la ropa,
saltarán los plomos.

La carretera

El relieve de las chinas
adheridas con petróleo pestilente,
cálida oscuridad de color,
por el sol, todo el día
expuesta a él, está
la carretera delimitada.

La velocidad de las franjas
amarillas o blancas,
y el aroma que flota,
suavizado con mi tabaco,
es denso y tóxico;
se queda incrustado
en las paredes nasales.

El negro atrae el calor,
y el sofoco es mayor,
es el lugar perfecto
para poder disfrutar
con una chati
sentados allí,
sin decir nada.

-Me encanta
el olor a napalm
por la mañana.

Si no es en coche
y con la ventanilla
cerrada hasta arriba,
yo no escribo
de esta mierda
en la vida.

Me encanta restregar
mi mejilla por el asfalto,
así sé si estoy afeitado.

Irónicos palabros,
que comparando
con el campo,
no hay nada mejor.

Ni el Lenio,
con uno entre los dedos,
habla mejor que yo.

Acostado

Me cago en la puta,
que buen sistema.

Es despacito,
cual camaleón,
porque tienes que
coger el teclado
vertical, sobre el pecho,
con las manos,
pero tienes que
escribir a la vez.

Ser polivalente,
y al no ver el texto,
sólo el teclado,
no me preocupo
por el pasado.

Y voy rápido,
las ideas fluyen
deslizándose
por mi mente
y domino cualquier vocal.

Mi lengua no se traba
y mis dedos caminan.
Me estoy fijando
en la estela que dejo:

la gente mirando
y oliendo
mi pestilente libreta
llena de mierda,
hasta el margen, de letras.

Pasando el rato

Ya te prevengo
que mi estilo
acorta el tiempo.

A ti sólo,
porque yo
aquí estoy
dando el callo,

sacando de la tripa
mil trapos sucios
de los malos,
que caminan raro,
como provocando,

pero son,
con el desconocimiento
de su gran inferioridad,
escoria podrida.

Luego están
los que no son genios,
pero no se dejan
perturbar por nadie,

sus letras son interesantes,
pero, como tú sabes,
yo lo hago
como agua que se condensa
por el corte de mi sable,
proveniente del aire,
rozando el filo.

Cual es tu cara ahora,
¿podría decidme usted,
pavo baboso,
su estado de ánimo,
después de haberle
reventado el cráneo?