No se me ocurre nada.
Seguir leyendo es una cagada
y seguir escribiendo
es un ejercicio de suicidio
o de superación en mí mismo
en mi habilidad para perder minutos.
Ni ira, ni tiempo,
ni alegría, ni paz,
solo este intenso aburrimiento
y sin ningún punto de apoyo.
Me rasco los huevos.
No sé ni donde miro
pero aquí sigo postrado
detrás de mi soso teclado
y orgulloso de mi pasotismo;
retozando de pasión,
por mi amor al extremo descanso.
Me masturbo de vez en cuando,
o me fumo un cigarro
pero no me levanto en ningún momento:
piernas ahora no tengo.
Y con un diez por ciento
de mi total concentración
destilo de mí la esencia del perezoso
y me caso con él de vez en cuando.
Solamente por otra me divorcio,
o por acabar este demoníaco
tipo de verso cíclico e infinito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario