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8.3.12

La intermitencia de mi sino

Pureza verdad y bien
confluyen en mi eden,
en lo que pienso que es mejor
siempre me encuentro: mi cuerpo
y también en mi mente:
soy cojonudo.
Mi experiencia me dicta:
en mi evolución, mi mejoría,
y mi raciocinio concluye
que me incluyo en el error:
soy el peor y lloro.
Cuando, sin previo aviso
mi excelsa humildad me autoabruma
y vuelvo a encontrarme de nuevo
en lo más alto y grito.
Me relamo y me follo.
Luego llega de nuevo el invierno
y consigo la hibernación.
Yo no soy un esquimal
soy un playero
descalzo por la orilla
y muy contento.
Por que soy yo
y me persigo y me esquivo
como yo decido,
por que hago lo mejor
y soy lo que hago
y también lo que pienso,
y lo pienso porque no hago nada:
me vuelve a la cabeza la morralla
y no me suicido.
Sigo vivo, sobrevivo y consigo no morir.
De entre todos me escabullo,
del barullo de mis enemigos,
y venzo de nuevo: contento.
Solo quiero vivir con mis amigos,
conmigo y calentito.
Pienso que no devo encajar
en mi pobre situación,
y dudo y vuelvo a llorar,
aunque vuelvo a pensar:
yo siempre sé qué hacer
y sé que deberé hacer:
así encuentro mi solución.
Entre las encinas está
una cómoda hamaca
de velocidad cósmica,
entre tus ojos verdes
como bellotas.

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